jueves, 26 de agosto de 2010

Capítulo 2. Descubriendo a Michael

A la mañana siguiente de mi descubrimiento, parecía un domingo cualquiera, pero mi padre apareció con unas bolsas en sus brazos, y me llamó:

- ¡Peque! acércate cariño, que tengo unas cositas para ti.

Me levanté de la cama sin pensarlo, casi de un salto, besé mi cuadro con la fotografía de Michael y seguidamente caí en los brazos de mi padre.

- ¿Qué es todo esto Papi?

Le pregunté, observando cómo se dibujaba su sonrisa en la cara, y sus ojos empezaban a destellar de una manera que nunca había visto antes en los ojos de mi padre.

- Es todo para ti, no es gran cosa, pero bueno... Es lo que he podido encontrar.

- ¿Michael?

Sonrió y me acarició la cara con uno de sus dedos, suaves y tiernos. Abrí la primera bolsa y allí estaba su cara, la suya y la de Tito, Jermaine, Randy y Marlon, eran los vinilos que mi padre buscando durante horas y horas había encontrado para mí. Acaricié el primero de ellos y automáticamente me los acerqué a la cara para besar a mi pequeño Michael.

- ¿Te gusta cariño?

Me preguntó mi padre al borde de la lágrima.

- ¡Sí Papá! es el mejor regalo que me han hecho en mi vida.

Mis padres se fueron, dejándome sola con el toca-discos, puse el primero de ellos y sonó una canción que sólo con el ritmo ya no me dejaba parar de mover los pies y manos, recuerdo que a las horas después estaba vestida con la ropa de mi madre, una manta negra de mi abuela encima de la cabeza y el grifo del baño para cantarla, dice así...

"ABC... Easy as...
123... Or simple as...
Do re mi... ABC, 123, baby, you and me girl"

Me había sentido tan bien al cantarla delante de mis padres y sentir sus aplausos que no me quité la ropa de mi gran actuación ni para dormir, caí a plomo en la cama, la sonrisa, según mi madre, no se despego de mí en ningún momento, permaneció toda la noche.

Lo mejor fue al dormir, pues el primer sueño que tuve, o que recuerdo perfectamente, fue con él, lo escribí nada más despertar y no olvidaré ningunas de las partes de ese sueño, un sueño que me hizo quererle un poco más si era posible y un sueño que me hizo convencerme de que él era la persona que me salvaría cada noche, cuando mis lágrimas me paralizaran.

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